martes, 30 de abril de 2013

Reflexiones de Carajillo - Dieta? NO gracias!

Ahora que estamos en la recta final de dietas milagros y otros portentos paranutricionales paso a recuperar esta sección del blog reflexionando, por enésima vez , sobre eso tan feo que es “ponersea dieta”. Los que nos dedicamos a esto de la Alimentación y la Nutrición sabemos que es mucho más fácil cambiar de religión que de hábitos alimentarios. Esta frase se le atribuye al Profesor Grande Covián,uno de los padres de la Nutrición y Dietética de este país y a quien, cuando de comer para perder peso se trata, no le falta razón. Hay más probabilidad de que uno se convierta con facilidad al Dukanismo, la dieta macrobiótica, la del folio del primer cajón, la de los sobrecitos con sabor a tortilla de espárragos o comience a adorar al alga espirulina, que invertir tiempo y ganas en cambiar su forma de comer. Y eso ¿por qué? ¿Son dietas con algún componente mágico capaz de desintegrar la grasa abdominal cual espada láser? ¿Es que el gurú de turno sabe algo de lo que no nos hemos coscado, el resto de los que nos dedicamos a esto? La realidad es que el sujeto en cuestión está absolutamente dispuesto a cambiar los macarrones con su tomate y demás complementos por un sobre que reza "Batido sabor macarrones con queso", creyendo que al seguir esas pautas perderá peso. Y así es, lo pierde. Pero no sin poner en riesgo su salud y recuperando lo perdido, además de algún kilito más de propina, al abandonar la dieta.

Mi mantra personal
Así que se demuestra, una vez más, que si se come menos de lo que se gasta, se pierde peso. Que si se pone fuerza de voluntad (hay que tener mucha para tragarse esos sobrecitos de proteínas), es posible perder peso. Por eso la clave en el tratamiento del sobrepeso y la obesidad es que el paciente quiera, desee, esté dispuesto y CREA que puede cambiar sus hábitos alimentarios, pero hacia la dirección correcta, para siempre, en la salud y en la enfermedad, todos los días de su vida. La buena noticia es que para conseguirlo no está solo, dispone de profesionales cualificados llamadosdietistas-nutricionistas(que no dentistas) que enseñan a comer y educan en hábitos alimentarios saludables, de forma contraria a lo que hacen esos embaucadores de la rapidez y lo proteínado, que entregan un papel fotocopiado que si el paciente sigue a rajatabla, sin pensar ni cuestionarse si eso le gusta o no, o por qué unos alimentos sí y otros no, consiguen que se baje de peso.
Pero enseñar a comer... Ah! amigos! eso cuesta tiempo, paciencia, dinero, y una fuerza de voluntad y responsabilidad por parte de quien tiene que hacer ese cambio que no siempre se está dispuesto a pagar semejante esfuerzo titánico. De ahí lo atractivo de los resultados rápidos, mágicos y milagrosos. Ese es el fracaso del tratamiento de la obesidad, con su efecto rebote incluido, y el éxito de tanta "dieta" con nombre y apellido. Aún recuerdo la vez que envié a una paciente a "buscar milagros a Lourdes" cuando se me puso hecha un cisco porque"sólo" había perdido kilo y medio la primera semana de dieta. Desde luego no volvió, pero me dio igual...
Y es que siempre es mejor echar la culpa de lo que nos pasa a los demás, y en con el sobrepeso y la obesidad pasa igual. Les echamos la culpa a las "grasas industriales", a los "químicos" de los alimentos, a la mal llamada comida basura, pero nos olvidamos de la responsabilidad que tenemos cada uno para con nuestra salud. Me gustaría saber cómo sería el cuento si en los telediarios, en lugar de contarnos las personas que se han matado en un accidente de tráfico cada fin de semana por exceso de tráfico, nos informasen de los que se han muerto por un infarto de miocardio por tener las venas obturadas de colesterol, por un cáncer debido a que no comía fruta ni verdura, o se les han tenido que amputar un pie por una diabetes mal controlada. Y no sólo nos contaran eso, sino el coste que han tenido estas personas para la sanidad pública. No olvidemos que las enfermedades que vivimos en Occidente están relacionadas con estilos de vida poco saludables.Y dicho esto, cierto es que hay personas que no disponen de toda la educación ni de los recursos para realizar elecciones alimentarias totalmente acertadas e independientes de influencias externas negativas, pero que nadie intente convencerme de que la gran mayoría de la población no sabe que atiborrarse a dulces es malo para la salud, abusar del alcohol es malo para la salud, ponerse fino de embutidos día sí y otro también es malo para la salud o que la práctica del deporte nacional, el sillón ball, puede enemistarnos con la báscula. O que las frutas y verduras son saludables, que la fibra hace mucho bien a nuestro cuerpo o que los frutos secos tienen cosas buenas, aunque no se sepan cuáles.

La soledad de la ensalada
Como primer paso hacia una alimentación respetuosa con la salud de uno mismo, dejemos de hablar de dietas. O al menos utilicemos esta palabra con el sentido que le dio su creador, Hipócrates, quien relacionaba la alimentación con la actividad física, entendiendo la dieta como un estilo de vida. La dieta presentada como restricción, comida de enfermos o como definición de libro de texto suena fea y aburrida. Por eso no es de extrañar que a uno le entre los mil males cuando le dicen que se tiene que poner a dieta. Comer tiene que ser un momento feliz y de placer, por mucho que se tenga que adelgazar o se deba tratar una enfermedad (ya hablaremos algún día de las comidas de las personas enfermas y, en particular, de las hospitalizadas). Y añadiría también que comer implica cocinar y sentir la belleza de transformar algo que resulta prácticamente incomestible en toda una experiencia sensorial... Así que cambiemosel chip, apliquemos el sentido común cuando de comer se trata, entremos en las cocinas, con grandes y pequeños, recuperando las tradiciones y regalándoselas a los que vienen detrás. Y sobre todo, apliquemos el sentido común y seamos responsables para con nosotros mismos. Nadie, absolutamente nadie va a cuidarte tanto como tú mismo.

Termino esta sección de hoy con Beach House y su tema Take Care (Cuidar), un dúo de Baltimore que hace una música catalogada en lo que se conoce como "dream pop", un estilo de rock alternativo suave, ensoñador y atmosférico. La canción habla en realidad de cuidar a alguien, más que a uno mismo, pero es que es tan bonita que no he podido dejar de pensar en ella al escribir esto. Que la disfrutéis. 

Standbeside it, we can't hide the way it makes us glow
It'sno good unless it grows, feel this burning love of mine


Con esta entrada participo en el III Carnaval de Nutrición que aloja Scentia 

2 comentarios:

  1. Raquel, tus recetas con soul, ya sabes de sobra, que me encantan pero tus reflexiones profesionales sobre nutrición, además de enganchar tanto o más que las recetas, me son útiles. Gracias por ello y por la banda sonora. Este grupo y su vídeo me han encantado. No los conocía.
    Un beso enorme

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    1. Gracias Cecila! me encanta que te encanten mis reflexiones y que te sean útiles, eso es lo más importante para mí, que le puedan servir a alguien! :) Besets!! Raquel

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