miércoles, 21 de noviembre de 2012

Patti Smith has the power (Crema de alcachofas de Jerusalén)



La crema de alcachofas de Jerusalén
Existen acontecimientos de dos tipos: los que llegan y se van sin más, y aquellos que tardan una eternidad en acontecer pero cuando llegan te atrapan tanto, tanto, que pasan en un plis plás y se van dejándote el corazón removido. Este pasado lunes, por fin llegó el momento de ver a Patti Smith en el Palau de la Música y vivir la hora y media más rápida y eléctrica de mi vida (bueno, igual exagero, pero casi!). Tras verla (más bien escucharla) en el multitudinario Primavera Sound del 2007, tenía ganas de algo más recogido y cercano que me permitiera recordar con nitidez  y no mezclar con otros conciertos.

La madrina del Punk presentó su nuevo disco el lunes por la noche en un Palau de la Música prácticamente lleno hasta la bandera y con unas ganas de rock que no se aguantaba. Y así fue, Patti Smith estuvo eléctrica, bailonga y sexy. No paró de contonearse por el escenario como sólo la seguridad del tiempo y lo vivido puede darte, levantando silbidos y gritos de “guapa” a su paso. Así da gusto.

Durante los escasos 90 minutos que duró el concierto, tuvo tiempo para todo, para hacernos cantar, levantarnos de nuestros asientos, pedirnos que cuidemos de la Madre Naturaleza, recordar a los afectados por el huracán Sandy y pedir la paz mundial. Ella es así. Empezó con "Dancing" y nos llevó por lo mejorcito de su discografía. Nos cantó “Fuji”, “Mosaic” y “This is the girl” de "Banga", su último disco. Ésta última (This is the girl), se trata de una canción homenaje a Amy Winehouse que escribió el día que la cantante del Soul murió. Y no pudo faltar “Because the Night” y el final de fiesta apoteósico con "Horses" y "Gloria", un acelerón brutal y catártico que nos llevó a los bises coronados con “Banga” y “People Have the Power”. Y terminó. Chim-pún. Colorín colorado este cuento se ha acabado. Pero no importa, porque este es de los conciertos que se guardan en la retina y el corazón, que te dejan buen sabor de boca y mariposas en el estómago. Así que me lo guardo para mí, pero os dejo algunos momentos gráficos vividos en el Palau de la Música*.

*Siento la calidad de las fotos, pero una no es profesional y va con móvil en mano, por mucho zoom y filtros que el ponga al tema.

Y así llegamos al momento receta de esta entrada. Querer comparar a Patti Smith con una alcachofa puede ser lo más absurdo en el mundo de los parecidos razonables. No es que Patti Smith me recuerde a una alcachofa, es que tenía en casa unas alcachofas de Jerusalén, e intentando buscar la oportunidad para colaros la receta de hoy he ido a parar a esta comparación. Y todo viene porque la alcachofa de Jerusalén es una de las cosas más toscas, bastas y feas que he visto en mi vida. He aquí la prueba:

Alcachofas de Jerusalén hervidas

Y bueno, la Smith tampoco es que sea el paradigma de la delicadeza y la finura, las cosas como son. Su aspecto andrógino y poco femenino se contrapone con el de todas aquellas que se sienten divas de los escenarios. Y he aquí otra prueba:


Patti Smith con cara de mosqueo (MOMA, 2009)

Sea como sea, tanto la alcachofa de Jerusalén como Patti puede que no entren por los ojos, pero son de esas cosas/personas que, en cuanto ahondas un poco más en ellas, hacen que te olvides de lo que estás viendo y sólo te preocupes de lo que te hacen sentir. Patti Smith por su música, su poesía y sus palabras. La alcachofa de Jerusalén por su suave y delicado sabor, que recuerda a la alcachofa (aunque no tenga absolutamente nada que ver con esta flor) y a la castaña. Externamente parece una raíz de jengibre y, aunque en realidad se trata de un tubérculo, está emparentada con la familia de los girasoles y también se le conoce como tupinambo.
Las que hoy os traigo concretamente, me las regaló un amigo chef y me explicó cómo hacer esta crema. Creo que lo capté bastante bien, porque la crema está deliciosa, pero eso me lo diréis vosotros si conseguís haceros con unos ejemplares.
Disfrutad de esta crema de alcachofas de Jerusalén mientras suena “Horses”, un clásico entre los clásicos.



Crema de alcachofas de Jerusalén

Más crema de Alcachofas de Jerusalén,
por si no había quedado claro
Ingredientes para 2 personas:

  • 250g de alcachofas de Jerusalén
  • 1 patata mediana
  • 1 chirivía mediana
  • 20 g de mantequilla
  • 100 ml de nata montada
  • Sal y nuez moscada
Preparación:
  • Lavar bien las alcachofas de Jerusalén bajo el grifo y ponerlas a hervir. Cuando estén blanditas, apagar el fuego y sacarlas del caldo.
  • En otra olla, hervir la patata y la chirivía peladas y cortadas a trozos. Retirar del fuego cuando estén bien cocidas.
  • Una vez las alcachofas de Jerusalén estén frías, pelarlas y ponerlas a trozos en un vaso para triturarlas, junto con las patatas y la chirivía. Añadir 20 g de mantequilla, sal al gusto y triturar, añadiendo caldo de las patatas y chirivía hasta adquirir una textura cremosa suave.
  • Pasar la crema por el chino o por un colador para obtener una textura fina.
  • Montar la nata y mezclar, poco a poco y con cuidado con la crema de alcachofas de Jerusalén. Corregir de sal.
  • Emplatar, añadir una puntita de nuez moscada y a disfrutar! 



viernes, 2 de noviembre de 2012

Chispitas! (Montadito de higos y foie)

Montadito de higos y foie

Cuando estaba en la edad del pavo y sólo me preocupaba de si las hombreras estaban bien sujetas debajo de la camiseta, teníamos toda una batería de juegos absurdos cuyo objetivo era conseguir deseos.Teníamos ese de las matrículas de coche, en el que si veías una matrícula capicúa, podías pedir un deseo y se te hacía realidad. O el de las estrellas de Mercedes, que me enseñó mi amiga Elena en el cole, y que consistía en tocar el simbolito del susodicho coche y pedir a la vez un deseo. Hay que decir que mi barrio estaba más plagado de 127s que de Mercedes, de ahí la emoción al toparse con el coche del rico del barrio. Pero el que más me gustaba era al que jugaba con mi amiga Inma y se llamaba “chispitas”. Dos personas hacían “chispitas” cuando decían la misma palabra a la vez. Acto seguido tenían que decir “chispitas!!”, entrelazar sus dedos índices, pensar un deseo, contar hasta tres y decir “blanco” o “negro”. Tenías que escoger uno de lo dos colores, de forma que si se repetían las “chispitas” (es decir, elegías el mismo color que la otra persona), se cumplía tu deseo. Y éste era el que más me gustaba porque habíamos llegado a un acuerdo no verbal y no escrito en el que siempre que hiciésemos “chispitas”, diríamos “negro”. Así, todos nuestros deseos se harían realidad.

La cuestión es que un día bajando del instituto, íbamos toda la cuchipandi de camino a casa, cuando, mi amiga Inma y yo hicimos “chispitas”. Imagináos la emoción y el subidón de poder pedir un deseo que, con toda seguridad, se te iba a cumplir... Así pues, procedimos al ritual de entrelazar nuestros dedos, pensar en un deseo, contar hasta tres y decir “neeeegrooooo!!” a grito pelado (cosas de las hormonas), con la mala pata que lo hicimos pasando una obra en la que había un señor del susodicho color... Apareció de repente delante de nosotras, enfadadísimo y gritándonos “y vosotras sevillanas!!!”... Nos quedamos más allá que pa'cá... Y es que en aquellos años aún era difícil ver inmigrantes por la isla que no fuesen de algún lander germano, y claro, a ver cómo le explicabas a ese señor que no hacía más que gritarnos “Sevillanas, vosotras sevillanas!!” primero: que estábamos jugando a “chispitas”, segundo: que nosotras habíamos sido educadas en la tolerancia e igualdad y para nada estábamos metiéndonos con el color de su piel, y tercero: ser sevillano no es un insulto. Desde entonces, cada vez que hacemos chispitas miramos a nuestro alrededor antes de decir nuestro color, y lo decíamos flojito no fuese cosa que la liásemos parda de nuevo.

Lo que nunca había pensado es que se pudiese hacer “chispitas” también en el mundo 2.0. Iba yo en el tren hace unas semanas pensando en unos higos que había congelado y en lo que podría hacer con ellos, cuando, como si de una epifanía se tratase, se me apareció en la mente un filetaco de foie que formó la pareja perfecta con el dulce fruto. Cuál fue mi sorpresa cuando se me ocurrió cotillear en twitter y me encontré con que el señor David Monaguillo, acababa de tuitear una fotaza de unos higos abiertos con foie por encima que quitaba el sentido. Un “chispitas” en toda regla sí señor! Así que aquí está, señoras y señores, con todos ustedes el montadito de higos y foie! Una delicia a la que ya le queda poco tiempo, pues no creo que tengamos higos muchos días más. Os comentaba que tenía unos congelados, pero no me gustó cómo quedaron después, y a no ser que los quiera mantener para hacer un coulis con ellos, yo no los congelaré de nuevo.

Y como ya es habitual, para disfrutar de este delicioso bocado os dejo una canción que le viene al pelo. El segundo corte de "El Caldero", el último disco de Joe Crepúsculo, se titula "La higuera" y mantiene ese ritmo frenético y característico de sus cajas musicales, que hacen que se te meta el ritmillo en la cabeza y ya no puedas parar de moverte.

Hombreshay, que por un higo pierden la amistad
debidoa su frondosidad, no se pueden controlar...



Montadito de higos y foie:

Ingredientes para 4 montaditos:
  • 4 filetes de foie fresco.
  • 4 higos.
  • 4 rebanadas de pan.
  • 25 g de mantequilla.
  • 1 cucharada de postre de azúcar moreno.
  • Sal gorda.
  • Perejil para decorar.

Preparación:

  • En una sartén, derretir la mantequilla y cuando esté caliente poner los higos cortados en rodajas. Añadir el azúcar y cocinar vuelta y vuelta.
  • Poner otra sartén limpia al fuego y cuando esté bien caliente cocinar rápidamente los filetes de foie, unos 15 segundos por cada lado, según el grosor.
  • Montar el montadito poniento el filete de foie encima del pan y las rodajas de higos encima. Añadir sal gorda al gusto y decorar con una hojita de perejil.
  • Fácil, rico y rápido! Que aproveche.