Llegó el momento más esperado del año. Los hay que esperan a los Reyes Magos y, yo, al Primavera Sound. O Invierno Sound, que vaya frío hemos pasado en esta edición, carámbanos! Mi primer Primavera Sound fue en el 2003, recién aterrizada de nuevo en Barcelona para empezar una nueva vida, y desde entonces he asistido religiosamente a todas las ediciones (excepto en el 2010 que por motivos personales me lo perdí). Siento verdadera devoción por este festival, porque son muchos años ya, muchos conciertos, muchos bailes y muchos recuerdos. Pero lo que hace al Primavera Sound especial, además del cartel, son los amigos con los que lo comparto. Cada año se han ido añadiendo nuevas caras, algunas se han quedado, otras han pasado de largo, pero en definitiva son tres días especiales para compartir con la gente que quiero eso que tenemos en común: la música.
El Primavera empezó siendo un festival pequeño que se celebraba en el Poble Espanyol de Barcelona. La localización le daba un encanto especial, casi romántico, donde los pocos asistentes (en comparación con las últimas ediciones) formábamos una "pequeña" cuchipandi chachi. En 2003 fuimos 24000 personas en el Poble Espanyol. En 2013, diez años después, el aforo se ha multiplicado por 7: 170.000 personas pasaron por el Fórum durante los tres días que duró el festival. A mí me parece estupendo que el Primavera se haya convertido en un negocio. Un buen negocio a juzgar por la ampliación de aforo que año tras año sufre el festival. Cada vez más espacio, pero también más caminatas, más solapaciones de grupos que quieres ver, más dificultad para acercarse al escenario y precios más caros. La sorpresa de este año ha sido la gestión de las barras por jóvenes portugueses. Parece que resulta más barato traerse a 100 jóvenes de Portugal que dar trabajo a 100 barceloneses. Yo creo que aquí me pierdo algo, pero fue una de las comidillas del festival.
Otra de las perlas ya habituales es el mal sonido de la mayoría de los escenarios. Y este año no ha sido la excepción: no hubo ningún escenario que sonase dignamente. Que a J no se le oiga en un concierto, no es nada nuevo. Es más, no sería un concierto de Los Planetas si sonasen tan limpios como The Cure. Diría que Phoenix se salvó, y eso que tocaron en el escenario Heineken, el que sonó peor de todos. Pero es que además, hubo situaciones embarazosas como que a Adam Green no le sonase su guitarra nada más empezar el concierto, o que tuvieran que salir 5 técnicos, además de Carey Lander, teclista de Camera Obscura, a revisar durante más de 10 minutos el estado del teclado, mientras el tiempo corría y todos esperábamos impacientes a que el concierto empezase. Por no hablar de la inútil app para encontrarte con tus amigos (o no) y de ese supuesto wi-fi que haría que no gastases 3G. En cualquier caso, y pese al mosqueo inicial, decidí disfrutar de la compañía y de la música durante estos tres días. A continuación, unas líneas de lo que destacó en mi Primavera Sound 2013.
Jueves 23 de Mayo:
Comenzamos el Primavera a lo grande, con el concierto de Tame Impala y con decepción inicial por no poder estar cerca del escenario. Me encanta ese rollo psicodélico y progresivo del grupo que, tras descubrir Lucidity cotilleando la página de Dj Amable hace un par de años, me ha acompañado en numerosas ocasiones musicales. Defraudó un sonido bastante flojeras y que no pudiésemos pasar más allá de una pendiente cuesta arriba por culpa de la cual no pudimos ver prácticamente lo que ocurría en el escenario.
A Dinosaur Jr llegamos tras salir poco antes de que acabase Tame Impala, que caminar kilómetro y pico entre el escenario Heineken y el Primavera requiere su tiempo, sobre todo si hay que pararse en el baño y en la barra del bar. A Dinosaur Jr se les nota los años de experiencia y la presencia de J Mascis en el escenario me hizo disfrutar de temazos como Out There, Watch the Corners o Start Choppin. Sin embargo, como había que pegarse la pateada de nuevo al escenario Heineken para coger sitio y ver a The Postal Service, me perdí el concierto entero y la versión que al parecer hizo de Just Like Heaven, de The Cure :___(
El Primavera empezó siendo un festival pequeño que se celebraba en el Poble Espanyol de Barcelona. La localización le daba un encanto especial, casi romántico, donde los pocos asistentes (en comparación con las últimas ediciones) formábamos una "pequeña" cuchipandi chachi. En 2003 fuimos 24000 personas en el Poble Espanyol. En 2013, diez años después, el aforo se ha multiplicado por 7: 170.000 personas pasaron por el Fórum durante los tres días que duró el festival. A mí me parece estupendo que el Primavera se haya convertido en un negocio. Un buen negocio a juzgar por la ampliación de aforo que año tras año sufre el festival. Cada vez más espacio, pero también más caminatas, más solapaciones de grupos que quieres ver, más dificultad para acercarse al escenario y precios más caros. La sorpresa de este año ha sido la gestión de las barras por jóvenes portugueses. Parece que resulta más barato traerse a 100 jóvenes de Portugal que dar trabajo a 100 barceloneses. Yo creo que aquí me pierdo algo, pero fue una de las comidillas del festival.
Otra de las perlas ya habituales es el mal sonido de la mayoría de los escenarios. Y este año no ha sido la excepción: no hubo ningún escenario que sonase dignamente. Que a J no se le oiga en un concierto, no es nada nuevo. Es más, no sería un concierto de Los Planetas si sonasen tan limpios como The Cure. Diría que Phoenix se salvó, y eso que tocaron en el escenario Heineken, el que sonó peor de todos. Pero es que además, hubo situaciones embarazosas como que a Adam Green no le sonase su guitarra nada más empezar el concierto, o que tuvieran que salir 5 técnicos, además de Carey Lander, teclista de Camera Obscura, a revisar durante más de 10 minutos el estado del teclado, mientras el tiempo corría y todos esperábamos impacientes a que el concierto empezase. Por no hablar de la inútil app para encontrarte con tus amigos (o no) y de ese supuesto wi-fi que haría que no gastases 3G. En cualquier caso, y pese al mosqueo inicial, decidí disfrutar de la compañía y de la música durante estos tres días. A continuación, unas líneas de lo que destacó en mi Primavera Sound 2013.
Jueves 23 de Mayo:
Comenzamos el Primavera a lo grande, con el concierto de Tame Impala y con decepción inicial por no poder estar cerca del escenario. Me encanta ese rollo psicodélico y progresivo del grupo que, tras descubrir Lucidity cotilleando la página de Dj Amable hace un par de años, me ha acompañado en numerosas ocasiones musicales. Defraudó un sonido bastante flojeras y que no pudiésemos pasar más allá de una pendiente cuesta arriba por culpa de la cual no pudimos ver prácticamente lo que ocurría en el escenario.
Tame Impala en la lejanía |
Llegó uno de los momentos esperados del viernes con The Postal Service quienes, con excepción de Natural Anthem, tocaron prácticamente íntegro “Give up", el disco que les lanzó a la fama y que incluye el ya clásico Such Great Heights. Un concierto muy esperado, de esos que piensas que ya no podrás disfrutar y de repente la vida te lo pone delante. Y no le hice ascos, que aunque coincidiese con Deerhunter, que también tenía muchas ganas de ver, las canciones bonitas de Ben Gibbard ya me tenían ganada desde el mismo momento en que se anunció el cartel. Y aunque coincido con algunos en que al concierto le faltó algo de fuerza, yo quedé más que encantada tras haberles visto, por fin, en el escenario.
Momento papelitos en Phoenix |
Asomamos la cabeza un rato en el escenario Primavera (otro Km más para el body) para ver a Animal Collective, pero ya estaban muy vistos y no me quedé mucho. Pude escuchar My Girls, con lo que ya me quedé satisfecha con la visita. Y terminamos la noche con John Talabot. Este muchacho barcelonés, que utiliza este pseudónimo, es productor y músico de electrónica y cerró la noche en el escenario Ray-Ban. No tenía mucha fe puesta en él, y no por nada, sino porque los Djs de música electrónica y servidora no nos llevamos muy bien. Sin embargo he de reconocer que me hizo bailar un rato hasta que caí en la cuenta de que aún me quedaban dos días de festival y que una retirada a tiempo es una victoria. Así que marché para casa, que aún quedaban conciertos para dar y regalar.
Viernes 24 de Mayo:
Llegué justa para empezar el viernes con Django
Django. Mucho se ha hablado últimamente de este grupo escocés, pero no les
había prestado ninguna atención, así que fui a pelo, a ver qué me encontraba. Y
lo que encontré no me decepcionó. Bueno sí, ese concierto era para ver de
noche, no por la tarde.
Tras los escoceses, llegó otro de los momentos
esperados del festival: ver (por fin!) a las hermanas Deal con su banda The Breeders. La emoción se
palpaba en el escenario Primavera y comenzaron a sonar, a las 21:30, los
primeros acordes de New Year. Histeria colectiva y un concierto que sonó a
ratos mejor que otros. Decepción con Cannonball a la que le faltó la fuerza que
la caracteriza y saltos y más saltos con Divine Hammer. Para mí, un sueño
cumplido y muy buen concierto, aunque la emoción no me deje ser objetiva del todo.
The Breeders |
Llegó entonces ese momento que tiene todo
festival que se precie, temido por muchos y deseado por otros por las sorpresas que puede deparar: momento-no-sé-dónde-poner-el-huevo. Ese momento se caracteriza por pasar minutos discutiendo con los colegas hacia donde ir y terminar deambulando de escenario en escenario, hasta
el siguiente concierto acordado. En este caso, el acuerdo era Blur. Pasamos por The Jesus and Mary Chain, en
el escenario Heineken por enésima vez, pero el bajo volumen nos llevó al
escenario Adidas a descubrir a The Ringo Jets, un grupete de Estambul que hace un garaje ruidoso y con una batería que le da a las baquetas con una energía
que ya querría más de uno. Y de allí, de nuevo hacia el Heineken, haciendo
parada técnica en el baño que el pipí no entiende de cabezas de cartel ni aglomeraciones de fans. Y
cuál fue mi sorpresa cuando vi que había un grupo en el escenario y que eran The
Wedding Present! Sorpresón, pues no estaban anunciados! Llegamos tarde a su actuación, pues ya se estaban despidiendo
y, de repente, hordas de modernos en
mejor o peor estado de sobriedad se acercaron al escenario Heineken cual ratas
escapando de la bodega de un barco en medio de un naufragio. La explanada se llenó en un santiamén y, cuando menos lo esperamos, la banda salió al escenario y empezó a sonar Boys and Girls. Juer!
Éstos empiezan fuerte. Pero tras There is no other way, la cosa de desinfló.
Unos cuantos del grupo con el que iba nos miramos como diciendo, ¿qué hacemos
aquí? No entrábamos en el concierto, había algo que le faltaba al grupo y que
no nos transmitían. En mi caso ya les tenía puesta la cruz de grupo visto en directo, así que nos volvimos para el Adidas y allí nos encontramos con no
más de 20 personas viendo a Sex Jams, un grupo de noise-punk-pop que viene de
Viena y que la lió de lo lindo. Katarina, la cantante, es todo un tornado
que no para de saltar, bajar del escenario, meterse el micro en la boca,
subirse el vestido y gritar improperios al público. Toda una princesita educada en las mejores escuelas, sí
señor. Tras aplaudir a la banda y pedirles otra, otra, y no ser respondidos, nos movimos para
el escenario Ray-Ban a ver algo de Swans, grupo a quien no conocía y cuya
música oscura y densa nos dejó a todos hipnotizados antes de ir a The Knife. Aquella actuación era una señal que me decía, "nena, tira para casa que aquí esta todo el bacalao vendido", y es que The Knife me pareció más un espectáculo del Circo del Sol, que un concierto. Pero para gustos, colores, así que tras no más de medio
concierto marchamos para el Primavera a esperar a Daphni. Tendría que haberle hecho caso a esas señales porque no duré más de
diez minutos ante la electrónica que
salía del escenario Ray-Ban. Así que de nuevo para casa, a descansar y el sábado más.
El guitarra de Sex Jams haciendo el lokis |
Sábado 25 de Mayo:
Guadalupe Plata |
Domingo 26 de Mayo:
Tras dormir mil o dos mil horas, unas líneas para comentar el grupazo que descubrí
el domingo a última hora en la Sala Apolo. Los Allah-las son unos californianos que hacen un
rock que recuerda a la época dorada del sonido californiano, a sol, playa y
amores de verano. Muy recomendables para este verano que no termina de decidirse a venir.
Pues después de este ladrillo de post, hasta aquí mi Primavera
Sound. Ni mejor ni peor que el de cualquier otro. ¿Qué si es el “best festival
ever”? Para mí no. Un festival no lo mido sólo por el cartel, que es lo básico, sí, pero hay otros factores que para mí son importantes, que el Primavera tenía
y ha dejado de tener. ¿Quiere decir esto que no volveré? Ni de coña. Mientras pueda asisitir, allí estaré. El Primavera Sound es un gran festival, pero el problema noblo tienen ellos, lo tengo yo. Por esa manía nostálgica de quedarme en lo que fue y no en lo que ahora es. El Primavera hace tiempo que ha cambiado, se ha hecho mayor y, con cierta razón, no le queda otra porque, tal y como me dijo un día el segurata de una afamada
discoteca palmesana en la que me quise colar (cosas de la juventud),
esto es un business, señorita.
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