Pastel de pasta filo relleno de espinacas |
Cuando era pequeña no recuerdo que comiese espinacas. En
casa entraban otras verduras, pero así como están en mi memoria las judías, las
alcachofas, las zanahorias, el calabacín, la cebolla o incluso la col del cocido, mi único contacto con las espinacas durante mi infancia era con las que se comía Popeye. Únicamente tengo algunos recuerdos de tortillas de
patatas y espinacas cuando dejé la adolescencia. Y muy ricas, eso sí, pero nada más, oscuridad absoluta. No
fue hasta que dejé la isla para marchar a estudiar a la Ciudad Condal que no
probé las espinacas así, tal cual. Bueno, tampoco era tal cual… iban un poco
disfrazadas con cebolla pochada, unos trocitos de bacon pasados por la sartén, huevo duro y un
pelín de queso rallado. Todo aderezado con aceite de oliva y sal me pareció un
plato de lo más delicioso. Y entonces se abrió un mundo multicolor y llegaron los garbanzos con espinacas, las
croquetas de espinacas, los canelones de espinacas y gambas, la pizza de
espinacas, las espinacas a la crema, a la catalana, la ensalada de espinacas y cómo no,
continuaron las tortillas de patatas y espinacas. ¿Cómo puede ser que me perdiera todo eso durante tanto tiempo?
La aceptación de los alimentos, y sobre todo si hablamos de
niños, está determinada por la percepción que tengamos de ellos así como el
sabor, el aroma, la textura y apariencia. Y seamos francos, unas espinacas
hervidas es lo menos atractivo que puede encontrarse un niño en la cocina. Y ya
no sólo hablo del aspecto, sino también de ese sabor entre amargo y terroso que hace que no sepas si las odias o las adoras. En cualquier caso, existen mil y
una maneras (bueno, igual exagero) de hacer de las espinacas un plato que
inspiren amor. Y ésta es la enésima receta con espinacas que incorporo a mi recetario particular. Está sacada del libro Jerusalem de Yotam Ottolenghi y Tami Samimi, dos chefs que crecieron en lados contrarios de la ciudad de Jerusalén, y que se encontraron años después en Londres donde dieron a luz a este maravilloso recetario de la cocina judía y musulmana de la zona. Absolutamente recomendable.
Y antes de pensar en qué canción ponerle a esta receta, resulta que me entero de que ha fallecido Lou Reed, uno
de mis favoritos del rock de todos los tiempos. Un icono de la música a quien pude ver en el
escenario, dos veces: la primera fue el verano de 1996 en el primer Doctor
Music Festival y la segunda ocho años después en el festival de Benicassim de
2004. Recuerdo la emoción del primer concierto, la energía y entrega del
público a uno de los grandes de la música. Y él ocupando todo el escenario con su presencia. Era grande y nos ha dejado grandes canciones. Sea como sea, descanse en paz.
Standing on the
corner,
Suitcase in my hand…
Pastel de filo y espinacas:
Espinacas a la vista |
1 cebolla grande picada
300 g de espinacas (1 bolsa grande)
100 g de rúcula (1 bolsa)
120 g de ricota
100 g de queso curado (el que tengas por casa)
60 g de queso feta
30 g de perejil
30 g de menta
2 huevos camperos medianos
½ limón exprimido
1/3 cucharadita de café de sal
½ cucharadita de café de pimienta negra molida
½ cucharadita de café
de azúcar
Pata filo (14 hojas) – en este caso la he comprado
Preparación:
-
Poner 2 cucharadas soperas de aceite de oliva en
una sartén grande. Añadir la cebolla picada y rehogar hasta que esté
transparente.
-
Añadir parte de las espinacas e ir removiendo. A
medida que vayan perdiendo volumen ir añadiendo el resto y hacer lo mismo con
la rúcula, la menta y el perejil.
-
En cuanto hayan perdido el volumen, apagar el
fuego y escurrir bien en un colador. Cuando se haya enfriado, terminar de
eliminar el exceso de agua con las manos.
-
Poner la verdura en un bol y añadir los quesos,
el limón exprimido, los huevos, la sal, pimienta y azúcar. Mezclar bien con una
cuchara.
-
Preparar la pasta filo en la fuente en la que
vayamos a hornear el pastel. Para ello pintar con aceite de oliva el recipiente
y poner una hoja de pasta filo en el fondo, cubriendo las paredes. Pintarla con
un poco de aceite de oliva y colocar una segunda hoja encima. Repetir esta
operación hasta poner 7 hojas.
-
Una vez forrado el molde con la pasta filo,
añadir el relleno de verdura y queso. A continuación, tapar siguiendo el mismo
método anterior: poner una hoja de pasta filo, pintar con aceite de oliva y
añadir la segunda, y así hasta poner las 7 hojas restantes. Terminar de pintar
todo el exterior con aceite y hornear a 190ºC durante 40 minutos o hasta que el
exterior adquiera un tono dorado.
Triángulos de pasta filo rellenos de espinacas y otras cosas |
NOTA: la pasta filo es muy versátil y esta receta puede
hacerse también en formato triángulos individuales. Es una manera divertida para que los niños se
introduzcan en el mundo de las espinacas y otras verduras. En la foto, los el relleno lleva, además, champiñones y piñones. La forma de hacer los triángulos la
aprendí mirando este vídeo.
Si te ha gustado el post, la receta, la canción, las fotos... algo, lo que sea, puedes votar aquí en los Premios Bitácoras. Gracias! :)
Deliciosa la receta!! y me pilla con espinacas en casa....me falta la pasta filo!
ResponderEliminarBesos y suerte en los Premios Bitacoras!
Muchas gracias Ana! La verdad es que esta receta puede hacerse con cualquier mezcla de verduras, así que es genial para aprovechar restos! ;) Besets! Raquel
EliminarFelicidades por tu blog me gusta la manera de como explicas las recetas, claras y sencillas de hacer. Te dejo mi voto en los Premios Bitácoras. Yo también participo en el concurso en la categoría de mejor blog de cine y TV con "Las mejores películas de la historia del cine", por si te gusta mi blog, este es mi enlace:
ResponderEliminarhttp://www.lasmejorespeliculasdelahistoriadelcine.com/